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Periodismo y publicidad, un modelo poco ético

Análisis Político y Social / Opinión / 2 septiembre, 2019

Por: Álvaro González

Hace tiempo solía escuchar el noticiero de mediodía del Grupo Imagen que dirige el periodista Francisco Zea; lo hacía mientras me trasladaba del trabajo a mi casa. Lo he dejado de hacer.

La primera razón es la inconsistencia ética de Francisco Zea, que de una postura crítica hacia ciertas formaciones y figuras del poder ha pasado a una postura que me parece muy poco inteligente y seria:

Ya no critica al poder sino que se pone a regañar a la sociedad mexicana porque somos, con nuestras conductas, los responsables de la mayor parte de los problemas, debido a que no actuamos correctamente y mientras no lo hagamos nada puede cambiar, por muy buena voluntad que tenga el poder.

Zea se pone a sermonear, como si fuera un clérigo en misa dominical, pero como improvisa y además no es una mente muy estructurada, se enreda en sus propios argumentos y termina hablando de todo y de nada.

Un periodista puede verter opinión y hacer editorial en torno a los temas que domina como especialista, pero debe apegarse a ciertas reglas profesionales, como documentarse, preparar lo que dirá y tratar de ser lo más objetivo posible, al mismo tiempo que plural.

Si esto ya era desagradable en el programa de Francisco Zea, la mayoría de los programas radiofónicos del grupo Imagen, propietario de la televisora abierta del mismo nombre y de un importante periódico de la ciudad de México, han adoptado un modelo de publicidad que me parece deshonesto, además de desagradable.

Mientras transmiten noticias, de pronto introducen la promoción de un determinado producto comercial, pero no en la forma de un anuncio publicitario, sino en una entrevista entre el propio conductor y el vendedor del producto, de tal manera que no se sabe dónde termina la publicidad y dónde continúa el programa noticioso.

El conductor (Francisco Zea) pregunta al vendedor y éste comienza a hablar de las virtudes y propiedades del producto. El conductor del programa se vuelve parte de la dinámica de ventas y opina y sugiere, inclusive recomienda el producto.

Si esto ya es cuestionable, muchos de los productos se tratan de sustancias para el crecimiento del pelo, para eliminar manchas de la piel, para “purificar” de toxinas el cuerpo; productos mágicos que suelen ser un timo para quienes los consumen.

En otras ocasiones trasladan la transmisión del programa a un evento, un hotel, un restaurante o un cierto desarrollo inmobiliario y siguen la misma dinámica de introducirlo en el formato del noticiero, no como publicidad diferenciada, sino como entrevistas y comentarios donde el conductor del noticiero se convierte en un vendedor.

Este formato de publicidad, ateniéndonos a una cierta ética periodística, no debe ser válido y desvirtúa la información y la ya de por sí baja credibilidad de muchos de los programas noticiosos.

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