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Los precios en el TSM: ¿quién regula los abusos?

Análisis Político y Social / Especiales / Opinión / 2 septiembre, 2019

Por: La redacción

Cada inicio de temporada la empresa que administra al Santos Laguna, que no es la misma que es la real propietaria, da a conocer la lista de los costos de entrada al estadio, tanto para aficionados abonados como para venta libre.

La lista de venta libre es de 1,000 pesos para platea élite; $850, platea lateral; $800, platea federativa; poniente central, $750; poniente lateral, $550; oriente central, $450; oriente lateral, $360; cabecera poniente, $200; cabecera oriente, $200, y 850 pesos en la Chopería.

Este listado es sólo un referente, porque cada temporada se comete lo que parece un gran abuso comercial al cambiar el precio de las localidades, por lo menos de las más económicas, pues varía dependiendo del equipo visitante. Para el partido con los Bravos de Juárez, que es equipo de ascenso y considerado de los planteles de bajo nivel, el cobro fue de 120 pesos, pero para el partido con las Chivas de Guadalajara fue de 240 pesos.

Para los partidos con equipos visitantes como los Tigres o el América, los cobros también ascienden hasta 240 pesos.

Se especula abiertamente con los precios, lo que repercute de manera fuerte en el aficionado de más bajos recursos económicos, que suele ser por cierto el más fiel.

El lunes 29 de julio un aficionado subió a las redes sociales un video que provocó un escándalo. En el mismo se observa a una mujer vaciando los residuos de cerveza en una cubeta, para volver a llenar vasos y revenderlos a la afición.

El asunto, que es un acto que provoca repugnancia, se viene haciendo hace mucho tiempo, pero ahora un aficionado que se había percatado de semejante porquería se dio a la tarea de tomar video y subirlo a las redes.

De inmediato la directa del club anunció que tomará medidas drásticas al respecto. Es lo menos que puede hacer cuando una cerveza en el estadio cuesta 90 pesos y contiene aproximadamente dos latas que cuestan en un expendio ordinario tan solo 16 pesos cada una, lo que significa que le triplican el precio.

Un vaso de refresco cuesta en el estadio 40 pesos, cuando su precio comercial es de tan solo 10 pesos en su presentación de medio litro, cuatro veces más.

Un vasito de elote desgranado tiene en el estadio un precio de 35 pesos y en los estanquillos públicos 10 pesos, en este caso tres veces más.

Un lugar decoroso en el estadio para un aficionado de clase media cuesta un promedio de 550 a 450 pesos. Si se toma durante el partido dos vasos de cerveza, serán 180 pesos. En promedio por persona el gasto es de 730 pesos, pero como nadie va solo y lleva al menos un acompañante, el costo que tendrá que hacer es de 1,460 pesos por ver un espectáculo que no necesariamente le garantiza la diversión.

Si el aficionado no le falla y va cada quince días, el costo alcanzara los 2 mil 920 pesos, lo que equivale, en un estimado promedio al doble de lo que gasta una familia de clase media en los servicios de luz y agua o, si se quiere hacer otra comparación, al doble de lo que gasta un coche compacto de gasolina al mes. No es pues poca cosa el gasto de ser un aficionado al futbol con los precios que está cobrando la empresa Santos Laguna.

Para un aficionado del medio popular, el gasto de entrada al estadio puede ser de 360 pesos mensuales por persona en la localidad más barata, si se parte del supuesto que venga un equipo “barato” y uno “caro”, pero si se le suma la cerveza, el gasto asciendo a 720 pesos si únicamente toma dos cervezas por partido. Sumando al acompañante, el costo es de mil 440 pesos, más de los mil pesos de renta que se paga mensualmente por una casa en una colonia popular.

Cada año la empresa que administra al Santos Laguna le solicita al gobierno municipal de Torreón la exención de todos los impuestos que dependen del ayuntamiento, entre los cuales el predial es el más importante de todos, que es una suma enorme pues el TSM vale por lo menos 100 millones de dólares (al menos mil 850 millones de pesos) y es una propiedad de lujo.

A cambio de tal negociación, el club Santos Laguna solía “regalarle” al gobierno municipal una cierta cantidad de boletos de entrada durante toda la temporada, el destino de los cuales se desconoce.

Desde su inauguración, el TSM no cumple con la normatividad sobre el número de cajones de estacionamiento que debería tener para sus usuarios, pero se las arregló con el gobierno en turno para que le pasaran por alto un requisito de construcción tan importante.

El TSM tiene un mínimo de espacio propio de estacionamiento, lo que obliga a sus aficionados a estacionarse en terrenos contiguos que han sido habilitados como estacionamiento, los cuales cobran y sólo son terrenos rústicos utilizados para el propósito.

Cuando se inauguró como un estadio de lujo, según manejaba la propaganda oficial, los visitantes invitados se preguntaban dónde estaban los estacionamientos.

La política comercial del Santos Laguna parece bastante sencilla: la mayor ganancia a toda costa y aprovechar la demanda según el equipo visitante, o, dicho en lenguaje popular, según el sapo es la pedrada.

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