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El jefe y su country pop

Cultura / Cultura Principal / 1 agosto, 2019

Por: Daniel Herrera

Escritor y músico lagunero
twitter: @puratolvanera

Pues El Jefe ha sacado un nuevo disco y no es justo como se esperaría de él. Bruce Springsteen tiene la misma habilidad para transformarse como los grandes artistas. Sé que a la mente vienen rápidamente los nombres de David Bowie o Prince.  Por supuesto que no es este el mismo caso. Sus cambios son muchísimo más conservadores porque él es un tótem gigantesco de la cultura popular estadounidense. Al final, siempre le ha hablado a otro público y su obra no apunta hacia la vanguardia, sino hacia la tradición.

El nuevo álbum, Westerns Stars, se aleja de lo que venía haciendo desde hace tiempo. Ahora decidió grabar como solista y dejó en la banca a la E Street Band, la banda que lo ha acompañado casi desde que inició su carrera como solista.

Otro cambio notable en el Springsteen de casi 70 años tiene que ver con el proceso que vive desde hace algunos. Pareciera que este disco es el cierre a una revisión profunda de su propia vida que comenzó con la publicación de su autobiografía, continuó con los shows muy personales en el teatro Walter Kerr de New York durante un poco más de un año. Fueron más de 200 pequeños conciertos con poco público en donde el cantante se subía solo al escenario con su guitarra o un piano. Uno de estos conciertos se puede encontrar en Netflix.

Este viaje personal parece terminar ahora, con una obra donde se aleja un poco de sí mismo para contar historias que podrían suceder en el Estados Unidos más profundo, blanco y olvidado del país.

#brucespringsteen

A pesar de esta posible distancia, el cantante vuelve a explorar un tema recurrente en su vida artística y personal: la depresión. Una compañera constante de su existencia y con la cual tiene que lidiar desde hace años. Pero esto aparece apenas en una canción del disco, el resto habla de una serie de personajes enamorados del desierto y las carreteras. Todos están de paso, todos van de pueblo en pueblo, todos parecen obsesionados por seguir adelante, aunque no haya ningún lugar a dónde ir.

También aparecen por ahí unas cuantas referencias a amores pasados y ya lejanos, a la juventud y a esos años que jamás volverán. Esto pareciera contradecir lo que dije arriba, que este es el cierre de esa extensa revisión a su propia vida, pero creo que eso se nota más con la música que con las letras de sus canciones.

Los arreglos quieren ser grandilocuentes, él mismo había dicho que este disco recordaría al sonido de California de finales de los sesentas y principio de los setentas, cuando el country se encontró con el pop y se insertó con habilidad en las películas de Hollywood y en el inconsciente de las siguientes generaciones.

Y sí, atrás de la voz de Springsteen no sólo está su guitarra y un piano, sino una sección de cuerdas que a veces crece hasta convertirse en una orquesta completa. Así, las canciones suenan a más de lo que cuentan. La producción, por supuesto, es impecable, pero no hay forma de evitar cierta cursilería. Claro, es una cursilería muy gringa y muy agradable, sin duda, pero ahí está y pareciera que el cantante se ha vuelto autocomplaciente desde hace tiempo.

Tiene canciones que me parecen superiores, la pieza que abre el disco, Hitch Hikin’, es una joya, tal vez porque no se parece tanto al resto del disco. Theres goes my miracle es un claro homenaje a Roy Orbison y por eso sobresale sin dificultades. Y Stones es hermosa, justo gracias a sus arreglos. La que mejor funciona, pienso, es The Wayfarer; la música engloba con perfección el sentido del disco, pero no traiciona el sonido del Bruce de siempre. Y es todo, el resto de las canciones son buenas, pero no las mejores de Springsteen. Esto no quiere decir que sea un mal disco, pero tampoco creo que pueda satisfacer la espera de seis años desde su último álbum de estudio.

Entonces, ¿vale la pena el cambio de rumbo? ¿Hacia dónde va Springsteen? En una época en donde el pop se ha convertido en una máquina que muele y convierte todo en la misma pasta reguetonera, siempre prefiero a un músico que decide arriesgar un poco. Creo que no es suficiente, estoy convencido de que necesitamos que Bruce decida tirar todo por la borda y volver a empezar. Sé que no todos son Bowie y que, en realidad, él ya no tiene porqué demostrarle nada a nadie. Pero, qué gran golpe de rock sería tener a El Jefe de regreso. Por mientras, esperando que ese cambio pueda darse mientras él siga vivo, me conformaré con estos discos que me entregan algunas cuantas genialidades.

Poco después de la aparición de este disco, el cantante anunció que pronto entraría al estudio con la E Street Band para grabar un álbum y salir de gira. Pareciera que sabe bien lo que está esperando su público y no puede dejarlo confundido por tanto tiempo. Yo prefiero a este Springsteen, el que decide experimentar, que no tiene miedo a hacer algo distinto. El rock no está en el punto más alto de su popularidad, es ahora cuando creo que sus grandes exponentes deben ser más arriesgados, no importa si los resultados no son necesariamente los que esperamos.

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