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Gómez Palacio, una victoria pírrica de Morena

Análisis Político y Social / Opinión / 2 julio, 2019

Por: Álvaro González

Hace un año, con AMLO en la boleta electoral, MORENA arrasó en las elecciones locales de La Laguna de Durango. Se llevó, literalmente, todo, aplastando al PRI y al PAN que no lograron ni una sola diputación.

Este dos de junio, ya sin AMLO en la boleta y después de un semestre de ejercicio gubernamental por parte del tabasqueño, MORENA tenía la certeza de que arrasaría de nuevo en las urnas, al grado de que no importaba quiénes fueran los candidatos, pero hubo sorpresa y no fue menor.

En los sondeos de opinión iniciales, el PRI aparecía sin ninguna posibilidad de ganar la elección, no importando quién fuera el candidato. Fue entonces que MORENA comenzó a cometer errores, algunos de ellos muy caros.

Se desató una virulenta lucha interna por la candidatura, cuando la cúpula estatal, que es un grupo muy pequeño, le dio la candidatura a Marina Vitela, una priista ligada a una de las peores camarillas del viejo partido que había manejado el último gobierno estatal, encabezada por Jorge Herrera Caldera, cuya principal herencia fue la corrupción y el descuido de La Laguna, no obstante que había sido la región lagunera la que le había dado los votos para alcanzar la gubernatura.

La pugna interna se fue hasta los tribunales electorales, por lo cual Marina Vitela fue confirmada como candidata ya dentro del periodo de campaña, una vez que se libraron todos los litigios.

El partido quedó dividido al menos en dos bandos.

El PRI, que alentaba muy bajas expectativas, lanzó la candidatura de Anabel Fernández, con la sorpresa de que a medida que avanza la contienda mejoraba su posición, hasta ubicarse en las encuestas por encima de MORENA.

En el día final, la participación ciudadana fue de tan solo un 35%; un nivel históricamente bajo, diez puntos por debajo de la participación estatal en promedio.

Por momentos la votación parecía favorecer al PRI, sobre todo en la zona urbana, pero al final se cerró para quedar en 26’629 votos a favor de MORENA y 24’243 a favor del PRI, pero con una cantidad de votos nulos que superaba a la diferencia entre ambos partidos por una cantidad considerable.

Si el PRI hubiera partido de un escenario ganador desde el inicio, podría haber remontado la elección.

Era evidente que el abstencionismo del 65% de los electores estaba castigando a todos los partidos políticos, pero de manera especial al PRI y a MORENA.

Si se parte de los resultados de la elección de 2018, la pérdida de clientela electoral fue mucho más drástica para MORENA, lo que no sólo se debe a la división interna del partido, que es un fenómeno que no se había manifestado al calor de la elección presidencial, sino también al distanciamiento de una clientela urbana que parece haber perdido demasiado pronto el entusiasmo por el nuevo partido gobernante.

Para Morena y Marina Vitela la del 2 de junio ha sido una victoria pírrica, porque los costos políticos de la elección han sido tan grandes que la victoria se puede volver bastante relativa, mientras que el ejercicio gubernamental podría ser especialmente complicado.

De entrada, la composición del cabildo tiene sólo 6 regidores de MORENA, más la síndica, mientras que la oposición suma una mayoría de 9 regidores: 5 del PRI, 3 del PAN y 1 del PVEM. Gobernar con un cabildo en contra puede ser algo muy complicado.

Si en la composición del nuevo gobierno no se incluye a gente de la sociedad civil y a la facción que se opuso a la designación de Marina Vitela, las cosas se pueden también complicar.

Las diferencias entre la facción morenista que no aceptó la imposición de una candidata que es, de facto, miembro de una de las peores camarillas priistas de la capital del estado, son muy fuertes, insalvables en el proceso electoral.

Marina Vitela recibirá un gobierno municipal con una oposición activa y en actitud dura; un partido que hasta ahora no la ha apoyado y un presupuesto muy pobre para obras públicas, que se podría empeorar por la pugna que ha desatado en contra del gobernador del estado, José Rosas Aispuro.

Hasta ahora ningún presidente municipal ha gobernado Gómez Palacio con esas condiciones tan adversas.

Si se desea añadir algo más de adversidad al gobierno municipal que viene, los alcaldes del área conurbada, como Torreón y Lerdo ya han marcado su desacuerdo con las políticas del gobierno federal morenista.

Jorge Zermeño tiene una relación amistosa muy cercana con José Rosas Aispuro y una animadversión no disimulada con la figura presidencial, mientras que en Lerdo el PRI marcará su espacio y buscará sus propias relaciones y alianzas, que orientan más hacia el gobierno estatal que hacia el federal.

Para la mayoría de los alcaldes, sobre todo los de oposición, que son la gran mayoría a nivel nacional, ya se convirtió en indignante el estar corriendo detrás del presidente con una carpeta en mano para hacerle peticiones, mientras aquel se entretiene en su baños de pueblo y en dar y recibir besos y abrazos.

En resumen, una parte del electorado castigó con su abstencionismo al PRI, pero aplicó un castigo más grande a MORENA, a tan solo medio año de que haya iniciado el nuevo gobierno federal. Eso es todo un mensaje que los nuevos hombres del poder necesitan sentarse a analizar, aunque de poco servirá si lo que concluyan no lo escucha el supremo señor presidente.

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