Cancelando a mano alzada

Para los que todavía no creen en la que nos hemos metido como país, la visita de Andrés Manuel López Obrador le quitó las dudas a muchos que aún se aferraban a la idea de la buena voluntad y los pininos del aprendizaje del gran caudillo de la 4T. Por la grilla de un grupúsculo de lo más oscuro del priismo de Durango capital, se tumbó el proyecto más importante de infraestructura vial de la zona conurbada, por medio de una consulta a los propios fanáticos morenistas, pasándose por el arco triunfal todo estudio técnico, proyecto ejecutivo, presupuesto autorizado y obras ya casi concluidas en la parte de Coahuila. En un momento de populismo todo para abajo, confirmando el modo en que el ejecutivo federal toma las decisiones, por más delicadas que éstas sean. Todo orienta a que la mano que meció la cuna fue el grupo más recalcitrante del priismo duranguense, a través de su nuevo alfil en MORENA: Marina Vitela, con quien tendrán que pasar a dar su agradecimiento en efectivo el terrible pulpo caminero que controla el obsoletísimo transporte público de la laguna de Durango.

Cuando los organismos empresariales, alcaldes salientes, organismos de la sociedad civil y todo aquel a quien le queda cordura levantaron la voz al unísono y criticaron tanto la decisión como el modo de tomarla, los personeros del gran tlatoani le fueron a contar que su imagen había quedado en entredicho y le estaba lloviendo en la milpa política por todos los frentes, emprendieron lo que podría ser la bonita operación “recular a discreción” y proponer una encuesta ciudadana, pero donde vayan incluidos todos los interesados, que de antemano se sabe que son una abrumadora mayoría.

Políticamente a MORENA se le quemó el arroz antes siquiera de comenzar el difícil nuevo gobierno municipal de Gómez Palacio, pues además del resbalón con el asunto del metrobús, el gran caudillo de la 4T vino, muy a su estilo, a sembrar la discordia y el enfrentamiento político, cuando el proceso electoral había transcurrido con pocas fricciones y en santa paz. Cuentan sus allegados que aunque el gobernador Rosas Aispuro es de carácter mesurado, salió del evento del 16 de junio hecho una furia y masticando revancha por la humillación recibida, lo mismo que la alcaldesa saliente, Leticia Herrera, quien si ya no veía con buenos ojos a Marina Vitela, ahora sí le va a dedicar su enemistad y, conociendo el carácter de doña Leticia que no se anda con vueltas y lo que representa, tener una enemistad así es algo para pensarse.

Triste se ve el panorama para el municipio de Gómez Palacio en términos de obra e infraestructura. El gobierno estatal tiene quejándose desde el año pasado que lo tienen pasando hambres, aun antes de la cacareada austeridad republicana, y no le concretan recursos que ya están comprometidos. A dos meses de irse, Leticia Herrera se queja de la falta de recursos y afirma que la presidencia municipal y los programas asistenciales le están costando a ella en lo personal y a su familia, por lo que no tenía mucho sentido continuar al frente del gobierno local, lo que le llevó a hacerse a un lado. Hacer el ridículo no tiene ningún sentido y menos estar corriendo detrás de los funcionarios federales pidiendo apoyo, cuando éstos no tienen ni la capacidad de tomar decisiones propias.

¿Y COAHUILA?

Matamoros y Piedras negras

La gran pregunta es ¿dónde está la fabulosa cuarta transformación para la comarca lagunera? ¿Conoce algún proyecto importante, mediano o chico que esté destinado a mejorar el desarrollo socio-económico de la región? Ni los fans del supremo caudillo saben nada y, por más que se aferren a las cuatro o cinco ideas que repite a diario en las mañaneras AMLO, nada más no hay argumentos. Vamos, ni el supuesto traslado de Nacional Financiera a la región, que es algo que tendría un beneficio bastante relativo en términos reales, tiene fecha alguna para concretarse.

Mientras que en Gómez Palacio iniciará la alternancia en el mes de septiembre, en Matamoros, Coahuila, el alcalde morenista, Horacio Piña, es una verdadera chiva en cristalería. A seis meses de haber llegado a la presidencia municipal, cosa que ni él mismo sabe bien a bien cómo es que sucedió, ya corrió a su primer tesorero, corrió a dos directores de seguridad pública y el cabildo le destituyó al Secretario del Ayuntamiento; enseguida corrió al oficial mayor, después se siguió con el director de Salud Municipal. Para seguir con la pachanga que se trae de administración, también corrió al director de ingresos y luego también sacó de la sagrada nómina al director de Protección Civil.  Ya se peleó con todos sus aliados, incluidos los que lo llevaron a ganar la elección y, por si algo faltara, quiere seguir ejerciendo como médico al mismo tiempo que como presidente municipal. Todo esto ha transcurrido en sólo seis meses, ya se imaginará lo que sucederá en los próximos dos años y medio. Si el sufrido pueblo de Matamoros ya no aguantaba los cacicazgos y las trapacerías de tanto político corrupto, ahora se enfrenta a un médico que tuvo la ocurrencia de meterse a político y está resultando un verdadero desastre, el cual nadie sabe de qué forma irá a terminar.

El otro alcalde de MORENA en Coahuila, Claudio Bres, priista de toda la vida, como muchos de los flamantes morenistas en huesos gubernamentales, también ya le midió el agua a los camotes como presidente municipal de Piedras Negras, donde pide a gritos ayuda para poder atender a los más de mil migrantes que se han ido acumulando en la ciudad fronteriza, gracias a la política migratoria de la 4T que manejaba la bienaventurada Secretaria de Gobernación, Olga María Sánchez Cordero. Hasta ahora ha sido el gobierno estatal el que ha sacado las castañas del fuego, pero esto no se puede prolongar por mucho tiempo y es necesario que le entre con recursos especiales el gobierno federal, pero con la austeridad republicana eso parece más complicado que sacarle agua a una piedra. Vamos a ver qué hace Claudio Bres para enfrentar el problema migratorio que le han echado encima.