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El teleférico, de la crítica a la atracción turística

Análisis Político y Social / Coahuila / 30 marzo, 2019

Por: Marcela Valles

La principal obra turística construida en Torreón en los últimos años pasó de ser recipiente de duras críticas a tener una concurrencia de casi 5 mil personas cada fin de semana.

Decía don Luis González, nuestro máximo micro-historiador, que todos creemos que nuestro terruño (él le decía nuestra “matria”) es el lugar donde se dan las tardes más hermosas, la comida más sabrosa, los mejores amigos… Es el lugar donde nacimos y crecimos; nuestra “matria”, muy diferente a la patria, que es sólo un concepto y, para propósitos prácticos y afectivos, puede ser bastante difuso y distante. ¿Quién de Mérida ama a Querétaro o a Saltillo?

En la realidad nuestra “matria” puede ser, objetivamente, un pueblo o ciudad bastante feo, sin mayores gracias si se le compara con otros lugares mucho más hermosos, pero ahí está nuestro ombligo vital y es, en muchos sentidos, como una madre, y ya se sabe la adoración que le profesamos los mexicanos a quien nos parió y amamantó.

El problema es cuando quieres que otros que vienen de fuera vean a tu “matria” como tú la ves o, cosa más difícil, ver de nuevo a tu ciudad cuando llegas de un viaje donde has visto lugares mucho más hermosos y atractivos.

Hace algo más de un año se inauguró en Torreón el teleférico, con una inversión de 169 millones de pesos que aportó el gobierno federal.

Desde el anuncio de la obra todo se fue en críticas. ¿Cómo gastar esa cantidad de dinero en un teleférico en Torreón? ¿Para qué quieres un teleférico en Torreón? Y de ahí hasta las descalificaciones más hirientes posibles.

Era cierto, había otras necesidades para invertir en ellas 169 millones de pesos, pero finalmente la versión oficial era cierta: se trataba de un dinero etiquetado expresamente para utilizarse en un teleférico. Si no se hacía, el dinero se iba y si se empleaba en otra cosa, era desviación de recursos federales, un problema en el que nadie se iba a meter.

En diciembre pasado llegaron los parientes y había que sacarlos a pasear. Un restaurante nuevo, sí, porque hay muchos; un bar o café, sí, porque hay muchos nuevos; una nieve de Chepo, sí, es como de obligación. ¿Y luego? Pues un paseo por la Morelos, que también es algo nuevo; una entrada al Museo Arocena, que tenía una exposición de muy discutible arte contemporáneo, que no gustó a la mayoría del grupo y luego vino la idea de subir al teleférico, para aprovechar la tarde que, en diciembre, ofrecía un clima muy agradable.

El problema fue que al llegar a la entrada del teleférico había una “cola” de alrededor de 200 personas y una espera calculada en no menos de una hora y media.

Difícil imaginarlo, pero entre los últimos días de diciembre y los primeros de enero 18 mil personas subieron al teleférico, de acuerdo a los registros de la propia taquilla.

En un fin de semana ordinario, que incluye sábado y domingo, utilizan el teleférico un promedio de 4 mil 800 personas; 2 mil 400 por día, lo que se ha ido incrementando a lo largo de todo el 2018 y lo que va de 2019, según lo confirma José Antonio Olivas Muruaga, encargado del teleférico.

Son nueve góndolas, con capacidad para 7 u 8 personas cada una de ellas, pero se tiene contemplado agregar nueve góndolas más, dependerá de que se dispongan de los recursos para ello en este año de 2019.

El equipo es de procedencia italiana y el mantenimiento lo realiza cada año un equipo de ingenieros colombianos. Salvo dos o tres incidentes de atasque, hasta la fecha ha funcionado con toda normalidad y un muy alto índice de seguridad.

La administración y manejo del teleférico está a cargo del gobierno estatal. De los ingresos recabados, un 20% es para la iglesia católica, con el fin de que lo destine al mantenimiento y mejoras del Santuario del Cristo de las Noas, esto por un periodo de tiempo transitorio, y otro 10% se destina al DIF de Torreón para asistencia social, por tiempo indefinido.

Este año el DIF municipal recibió un cheque por 400 mil pesos, correspondiente a la aportación de 2018.

EL PASEO

Teniendo Torreón y en general la zona conurbada tan pocos atractivos turísticos, el teleférico se ha convertido en uno de ellos.

El paseo es atractivo, tanto para los adultos como para los menores; para los laguneros, que comprenden un 60% de los usuarios, como para los turistas que acuden a la región.

Las góndolas van del centro de la ciudad al santuario del Cristo de las Noas, donde el mayor atractivo es el mirador escénico de la zona metropolitana, que resulta especialmente agradable durante la tarde y las primeras horas de la noche.

Enseguida está el santuario religioso como tal y el paseo en sí mismo de viajar en las góndolas sobre la ciudad.

Mateo Dávila, quien es acompañado por su esposa, dos hijos y tres nietos, quienes radican en un condado cercano a la ciudad norteamericana de Chicago, manifiestan a esta periodista que es muy agradable regresar a Torreón y encontrarse con lugares nuevos, como la Plaza Mayor, el paseo Colón y el teleférico.

“Qué bueno que haya cosas nuevas y que Torreón progrese” comenta doña Otilia, su esposa. “Vamos a aprovechar el paseo aquí en el teleférico para darle gracias a diosito que nos permite visitar de nuevo nuestra tierra y que venimos con bien. Es un paseo muy bonito y mire, en diciembre y yo ni frio siento, allá ahorita se pone feísimo el frío y uno extraña pues el lugar donde vivimos gran parte de nuestra vida; nos fuimos hace ya 15 años y hace más de cinco que no habíamos podido venir”.

El teleférico sigue siendo un reto, pues aún no es autosuficiente, pero se espera que pronto alcance ese primer propósito.

“Ya en lo básico sí se cubren los gastos” expone José Antonio Olivas, “pero todavía se requiere de apoyo de la Secretaría de Infraestructura, como organismo descentralizado que somos. Lo más caro es el cobro de la CFE, que se ha incrementado mucho. Usamos un motor de 200 caballos, de 400 volts, que tiene que estar prendido al menos 8 horas diarias continuas, pero yo creo que si seguimos con esta tendencia como la de 2018, el teleférico va a ser autosuficiente en todos sus gastos”.

Existe el proyecto de la construcción de un parque ecológico en la parte más baja del cerro de las Noas, a base de terrazas, el cual ya se encuentra en su primera fase, pero las dificultades económicas que se han presentado en el presente año de 2019, podrían retrasar la construcción de dicha atracción.

Por su parte, el obispado, que originalmente había rechazado el apoyo del 20% de los ingresos del teleférico, luego del ambiente de crítica que se generara en el año de 2017, ahora ha pedido ese apoyo para el mantenimiento del santuario. Es un 20% que ayudará a terminar algunas capillas y realizar trabajos de pavimentación, además del mantenimiento.

El gran salón, que originalmente se contemplara como un restaurante, está teniendo atractivo para la realización de ciertos eventos, como bodas y algunos otros eventos muy diversos, debido a la facilidad y seguridad que ahora brinda el servicio del teleférico.

Tener una boda en un lugar que cobra proporcionalmente barato en relación a los casinos de la ciudad, con un escenario nocturno como el mirador escénico y su explanada, definitivamente es algo muy atractivo que el obispado debería estar promoviendo, lo mismo que otros eventos.

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