¿Para qué nos sirven las becas?

Por: Daniel Herrera

Escritor y músico lagunero

Twitter: @puratolvanera

Hace unos días, el siete de febrero, para mayor exactitud, la escritora Fernanda Melchor publicó en su cuenta de Twitter un hilo sobre la importancia que tuvieron las becas para ella y su obra.

En 21 tuits narró, con una honestidad que desarma a cualquier crítico, las razones muy personales que la movieron a buscar una beca para renunciar a sus trabajos y dedicarse exclusivamente a escribir. Entre las ideas que maneja, explica que proviene de una familia de clase media no muy cercana a la literatura, que siempre ha conocido las complicaciones económicas en su vida y que, como a casi todos, ganarse la comida a diario es un asunto que siempre interfiere con la escritura.

Pudo ser una autora más atorada con su novela por años, como algunos de nosotros, si no hubiera ganado el Fonca y tres veces el Pecda en distintos momentos de su existencia. Gracias a esas becas, pudo escribir Temporada de huracanes, novela que ha vendido más de 10 mil ejemplares en México e Iberoamérica, algo, que como ella misma dice, es: “una cantidad que en un mercado como el gringo significaría un fracaso de ventas, pero que en México es casi como ser best-seller.”

La novela, que se ha convertido en un referente de la literatura nacional contemporánea, se ha traducido a múltiples idiomas y pronto será convertida en película.

La serie de tuits de Melchor se inscriben en una defensa, algo apasionada, sin duda, de las becas, ahora que la administración de López Obrador y su tan cacareada cuarta transformación ha arribado también a las áreas de cultura, específicamente al incómodo Fonca y sus becas, que siempre reciben acusaciones de compadrazgos y amiguismo.

En un país donde el arte sí produce dinero, pero aún no terminamos de tener un mercado dinámico que permita a los artistas vivir de su propia obra, las becas deben seguir existiendo como una manera de fomentar la creación artística.

El escándalo entre los artistas comenzó cuando el nuevo titular del organismo, Mario Bellatín, decidió llevar una reestructuración extrema que comenzó con la suspensión del encuentro nacional de Jóvenes Creadores, continuó con el despido de René Roquet, Jefe del Departamento de Control de Becas y ha seguido con distintas declaraciones del nuevo jefe.

Sus afirmaciones van en consonancia con el discurso del gobierno federal: “Mientras realizaba este trabajo de evaluación descubrí tantos asuntos enrevesados que me llevó a concluir que el Fonca necesita una refundación más que un arreglo”.

Así, el camino señalado por Bellatín parece indicar que el Fonca sufrirá una reformulación total. En este contexto, se vuelven más interesantes los tuits de Fernanda Melchor. Porque en los canales de propaganda no oficial del gobierno federal el discurso predominante es que las becas del Fonca era uno de los últimos reductos prianistas, desde donde se fomenta un ataque constante a la 4T.

Más allá de esos delirios de algunos, es un hecho que al mundo artístico le preocupa la posible desaparición de las becas. Hasta el momento, Bellatín ha afirmado que el programa y las becas continuarán, pero los cambios pronto serán visibles:

“Si deseamos que se lleve a cabo un importante Proyecto de Cultura que las circunstancias actuales reclaman, un cambio acorde al pedido de la mayoría de los artistas de este país, siento que se debe transformarlo desde sus fundamentos, convirtiéndolo de manera inminente en una nueva institución, más ágil y expeditiva, donde los recursos lleguen de manera más eficiente y equitativa a los creadores, especialmente a los jóvenes, de todo el país, sin dejar de lado el acompañamiento y la responsabilidad que este ejercicio supone”.

Es este “cambio acorde al pedido de la mayorá de los artistas” el que suena preocupante. ¿Cuál será el cambio? ¿Quiénes son esos artistas? ¿A qué hora hizo el director una encuesta o algo similar para conocer lo que queremos casi todos? Por mi parte, espero que los cambios de verdad sean para mejorar la distribución de las becas y no para seguir como ratón al flautista de Hamelin que tenemos como presidente y su carrera hacia algo, supongo

Pienso que una transformación radical sería comunicar de forma clara, tanto a los artistas como a la población, la idea de que las becas no son un regalo para los artistas. Y que tampoco es algo que deban agradecer los artistas colocándose como tapetes ante el gobierno que sea. Las becas, así como Fernanda Melchor lo expresó en su cuenta de Twitter, son una herramienta para que los artistas podamos dedicarnos de tiempo completo a la obra.

Es un hecho que la mayoría hacemos una serie de trabajos necesarios para sobrevivir o incluso para sostener una familia. Las becas permiten que los artistas podamos renunciar a esos trabajos que le quitan tiempo a la obra.

Pero, además, se debe comprender que las becas, en realidad, no son una dádiva, sino un compromiso, un intercambio comercial si así se desea. Claro, está fundado sobre el hecho de que la obra todavía no está terminada y hay un acto de fe de parte de la institución. Pero también existen una serie de candados, cuando se firma el contrato de la beca, con los cuáles se puede suspender el apoyo o incluso exigir la restitución del dinero.

En un país donde el arte sí produce dinero, pero aún no terminamos de tener un mercado dinámico que permita a los artistas vivir de su propia obra, las becas deben seguir existiendo como una manera de fomentar la creación artística.

Es momento de comprender que el valor de cualquier país no se mide sólo por su industria o su comercio, sino que también las industrias culturales son parte fundamental de la educación y el pensamiento. Porque un país sin creatividad, se convierte sólo en una gran maquiladora, y nada más.