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¿Hacia dónde va la nueva política cultural? – Segunda entrega

Cultura / Cultura Principal / 1 marzo, 2019

Creadores hablan en el contexto de la nueva política cultural

Por: Lucila Navarrete Turrent

En varias ocasiones, la titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto, ha insistido en que su equipo generará una visión “comunitaria” de la cultura que especialmente incluya a sectores marginados. En sintonía con declaraciones de la senadora Jesusa Rodríguez, Mario Bellatín, el nuevo titular del FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) ha señalado que su organismo pretende fortalecer los ejes en torno a “la retribución social” y acabar con la desigualdad que reproduce el sistema de becas de la instancia que ahora preside, como las del FONCA o las del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA). ¿Qué se espera de la política cultural morenista?

 En la entrega pasada (número 328) mostramos algunas de las directrices que, al menos en el nivel discursivo, atraviesan las agendas de las y los nuevos funcionarios de cultura del país. Con el ánimo de contribuir al debate, en esta entrega presentamos diversos puntos de vista en voz de ocho creadores nacionales y regionales sobre la nueva política cultural y el sistema de becas del FONCA.

Confío en lo que están haciendo Andrés Manuel López Obrador y su equipo. No es confianza ciega ni creo que todo sea óptimo, pero me parece que es demasiado temprano para hacer evaluaciones. Tanto el Presidente como la Secretaria de Cultura y el titular del FONCA hablan de austeridad y de terminar con los privilegios y eso me parece muy bien. Urge optimizar el uso del dinero público: es una lección que hemos aprendido en Coahuila de manera dolorosa a partir de la megadeuda ilegal que nos legó Humberto Moreira cuando José Antonio Meade era secretario de Hacienda, si mal no recuerdo. Esa deuda delictuosa no es asunto pasado: la seguimos pagando nosotros y la seguirán pagando nuestros hijos e incluso nuestros nietos. Pero además de gastar menos hay que gastar mejor, esto es, democratizar el uso de los recursos y fortalecer la retribución social por parte de los artistas.

Sobre este punto me preguntas qué opino. Los últimos dos años viví en Guerrero. Visité muchas comunidades de la sierra de Atoyac como Puerto del Gallo, uno de los puntos más altos del estado: asombra y lastima la pobreza en la que viven allá, y que también encontramos en algunas zonas rurales de Coahuila. Con decirte que en Puerto del Gallo la escuela primaria es un cuartito de tablas, que un solo grupo concentra a todos los niños de todos los niveles, que el maestro va una vez al mes y se queda, cuando mucho dos días. Así que la mejor manera que encontré para ayudar fue mi trabajo. Organicé talleres gratuitos y círculos de lectura en escuelas de Tixtla y Chilpancingo, llevé libros a algunas comunidades de la sierra, fui al penal de Acapulco a hablar de literatura con los internos. No necesité ser becario del SNCA para hacerlo, pero ahora que soy becario de ese organismo estoy buscando la manera de reforzar la retribución.

Vicente Alfonso. Narrador y periodista lagunero; miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Autor de Huesos de San Lorenzo (Premio Internacional de Literatura Sor Juan Inés de la Cruz 2014).

En cuanto al carácter comunitario de las políticas culturales, lo celebro también porque se trata de escuchar, de ser receptivos y estar abiertos a la construcción de políticas tomando en cuenta a la población a quienes van dirigidas. El trabajo debe ser horizontal, no vertical. Todo lo que abone en ese sentido es bienvenido. Te doy otro ejemplo de mi propia experiencia, aunque esto que cuento lo he visto repetido en el caso de muchos creadores coahuilenses. Hace tres años ofrecí presentar en Torreón mi novela Huesos de San Lorenzo. El entonces coordinador municipal de literatura [Juan de Dios Rivas Castañeda] me trató de manera déspota y me dijo que no tenían manera de organizar nada, que a lo mucho podían ofrecerme una charola de canapés y me daban permiso de usar alguna biblioteca pública, pero para eso tenía que hacer una carta solicitando “el apoyo”. Esa era la forma de trabajar de un gobierno que sentía dueño de los espacios. No les importó que la novela fuera escrita por un lagunero y que hable de Torreón, que haya ganado un premio internacional ni que desde entonces se estuviera traduciendo a otros idiomas. Imagínate cómo trataban a los muchachos que se acercaban con la intención de presentar sus primeros trabajos.

Nora Coss. Dramaturga, directora escénica y narradora originaria de Sabinas. Ganadora del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2018, por Nubecita.

Entiendo el cambio de directriz, va de acorde a una ideología muy de izquierda, y ese cambio va a impulsar el impacto en grupos donde antes los artistas no llegaban. Eso está muy bien. Lo que yo no estoy de acuerdo es que ahora el gobierno va a decir quién sí es artista (al menos avalar a partir de los apoyos con recursos públicos) a partir de sus propias agendas políticas y aquellos artistas que no cumplan o se ciñan a estas agendas, no podrán ser apoyados. No se trata de quitarle las becas o apoyos o producciones a grupos o artistas que “no tengan un sentido comunitario”, se trata de sumar, ¿no? Hay que defender la libertad del artista, más allá de decir si deben seguir las becas o no, el Estado no puede volverse este ente que pueda dictar “tú sí vales como artista porque cumples con mi agenda y tú no”. Un punto medio es lo que pido, si acaso puedo pedir algo…

Saúl Rosales. Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo lagunero. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Autor de Autorretrato con Juan Rulfo y Laguna de Luz.

El término cultura, asociado al mundo de la intelectualidad, mete a quien se le atreve en una red de confusiones y quizás lo hace jalar hilos que no llevan al ovillo. En seguida usaré un poco el sentido figurado. El aguacate que ahora más consumimos es resultado de que alguien se propuso transformar el aguacate originario para hacerlo mejor. Lo cultivó. Igual, el niño originario –valga la expresión– es cultivado por la familia, la calle y la escuela primaria, pero ese cultivo es elemental, sólo lo dota de rudimentos. Igual ocurre con la sociedad. El niño y la sociedad requieren ser cultivados, es decir, dotados del conocimiento que les afine el saber y la sensibilidad en que están iniciados. De ese modo, creo que los actuales encargados de la cultura nacional sólo siguen el pensamiento rector que han repetido desde antes de llegar al poder. Así hay que contextualizar sus enunciados: “fortalecer las culturas comunitarias”, “generar un programa más justo y democrático que comprenda la inclusión de sectores marginados”, “la cultura se hace desde abajo”, “penetrar en el ámbito rural para fortalecer el sentido comunitario de la cultura”. Yo creo en la buena fe de esos conceptos que incluyen palabras como justo, democrático, desde abajo, marginados, sentido comunitario de la cultura.

Por otra parte, creo que el sistema de becas concebido para facilitar la vida a los creadores debe permanecer y hasta reforzarse. Cierto que muchas veces dado que se otorgan en certamen las becas van a dar a tarjetas bancarias de creadores que no las necesitan. Es la ética vigente. Pero alguna vez disfrutarán o han disfrutado de ellas los verdaderamente necesitados. Una posible opción en busca de mejor reparto sería que trabajadores sociales investigaran a solicitantes de beca, solicitantes, no concursantes. El sistema de becas debe mantenerse porque de cualquier modo es un estímulo para los creadores aunque, como sucede, los creadores lo seguirán siendo por su vocación, aun sin beca.

Verónica Bujeiro. Dramaturga, ilustradora y lingüista originaria de la Ciudad de México. Autora de Producto farmacéutico para imbéciles y Las filtraciones.

Toda cultura es élite y lo fundamental debería empezar por la educación. Si tenemos un país que no lee porque el sistema educativo es fatal y jamás se nos motiva a la lectura, no está en las instituciones culturales el problema. Cosa aparte es que la cuestión no sólo sería el programa que propongan ellos sino también que los artistas tengan la suficiente sensibilidad para trabajar con público desde cero. Hay mucha banda del SNCA que no se para ni en Guadalajara a dar un curso, ya no les pidas que vayan a un pueblo. Pero estaría muy bien que los obligaran e hiciéramos conciencia como comunidad artística de cuál es nuestra función dentro de la sociedad.

Alfredo Loera. Narrador lagunero. Autor de Aquella luz púrpura.

Considero que sí es importante que la cultura sea para todos, promovida en las diferentes esferas de la sociedad, en especial con quienes tienen menos recursos materiales. Pero llevar la cultura a la gente debería consistir en un programa de desarrollo a largo plazo y con una perspectiva pedagógica y de iniciación artística. Si el nuevo gobierno intentara algo parecido, yo estaría de acuerdo. Pero no soy tan optimista. Desde hace muchos años el gobierno no comprende lo que es la verdadera promoción de la cultura, y esto quizás ocurre porque su atención se concentra en cuestiones más políticas.

Hablando de las becas del FONCA y del SNCA, sí es necesario replantearlas. Desde luego que un servicio de retribución social tiene que ir a la par de estos apoyos. De implementarse, seguramente traerá inconformidades por parte de una buena parte de la comunidad artística que desgraciadamente se ha vuelto comodina y se ha burocratizado. Muchas becas que se entregan no cumplen con el objetivo. Ahora bien, estos programas y apoyos requieren mayor seguimiento por parte de las autoridades. Las obras que se crean casi nunca llegan al público porque la beca apoya para creación, pero no para promoción y distribución. Es necesario pensar en estrategias para cambiar esto. Es ahí donde podría entrar la parte de la retribución social.

Por otra parte, sería bueno hacer una auditoría a la asignación de estos recursos. Casi siempre las ganan las mismas personas. A veces resulta inverosímil la postura que toman los jurados, ya que pareciera que en México hay pocos artistas, cuando en realidad cada año se rotan entre unos cuantos los patrocinios gubernamentales. En un país tan grande y plural como el nuestro existen muchas voces que no son tomadas en cuenta en este tipo de programas.

Otro reto importante es erradicar el centralismo cultural. Ese debería ser uno de los principales objetivos de la Secretaría de Cultura, que todos los mexicanos independientemente de su lugar de residencia puedan desarrollarse en esta área.

Raúl Esparza Flores. Cuentacuentos lagunero, promotor de la cultura y de los derechos de las y los niños. Director de Casita de Artes y Juegos Iguamira en Torreón.

No es objetivo decir que “la cultura se hace desde abajo”, se hace desde todos los puntos. Arriba, en medio, abajo, a los lados, a través. Tal vez sería más honesto y claro decir, desde la perspectiva gubernamental, que la política cultural de la administración dará atención a la generación de propuestas culturales desde la base social más desprotegida y marginada, y eso está muy bien, siempre que se reconozcan también las capacidades creativas de todas las personas de una sociedad. Son éstas, las capacidades creativas, las que habrían de ser siempre el centro de toda política pública que atiende la cultura de un pueblo.

Respecto a las becas, por supuesto que habría que defenderlas, representan un reconocimiento, precisamente al valor de estas mismas capacidades y a su posibilidad de generar elementos culturales e identitarios de una comunidad. Personalmente nunca he solicitado ni recibido alguna beca, pero los becarios y becarias que he conocido ya han ejercido esto de la intervención y retribución social que se menciona.

Martha Eugenia Chávez. Creadora escénica y productora lagunera. Autora de La Nuevo México, allí donde quedó el ombligo.

Es necesario un replanteamiento de la Secretaría de Cultura y ojalá se extienda a las Secretarías de los Estados, porque me parece que en los estados y regiones tenemos acceso sólo a aquello que la agenda de cada administración estatal en turno tiene como prioridad, y ésta puede distar de la agenda de la Federación. Por ejemplo, hasta el 2016 en Coahuila había un terrible desequilibrio en el presupuesto que se asigna por disciplina. Del total, el 68% se concedió a Música. Teatro, que es el área de mi incumbencia, sólo alcanzó el 4%. No se diga Culturas Populares y Danza, que alcanzaron el 1% cada una.  De ese 68% habría que ver a qué proyectos o programas fue asignado y por qué.  La Secretaría de Cultura dirigida por Frausto tendría que darse cuenta de eso y realizar acciones concretas para lograr un equilibrio presupuestal.

En relación a las becas del FONCA, jamás he tenido una, aunque sí del PECDA. Considero que deben seguir porque creo que es una manera que el creador tiene para  producir o especializarse en algunas ramas de su disciplina durante un tiempo determinado y sin necesidad de distraerse. No es fácil acceder a las becas de este Fondo. Actualmente se le exige a todo creador que obtiene un estímulo que si incumple habrá repercusiones legales. El reglamento ya establece la obligatoriedad de la retribución social. Quizás lo que plantea la Senadora Jesusa es que los proyectos artísticos dialoguen con su comunidad inmediata. Ya hay proyectos que en origen son así,  pero también hay otros en los que el creador trabaja desde otra perspectiva y las inclusión de su comunidad no es la prioridad. Afortunadamente, el enfoque de mi trabajo siempre ha ido en la línea de la intervención social.

 

Alam Sarmiento. Actor y creador escénico lagunero. Fundador y director de Plan B Estudio Teatro.

Primera reflexión: independientemente del partido político, la problemática en los temas de arte y cultura en México y latinoamericana por desgracia no tiene solución, no tiene posibilidades de mejora desde el estado fallido que vive nuestro sistema de organización humana. No se puede dar solución a una tarea, por más novedosa o diferente que sea la propuesta, si el instrumento con el que se hace falla.

Segunda línea de reflexión: casi nadie comprende lo que hoy implica lo comunitario. De entrada, como diría Jean Frederic Chevallier, para que exista y se manifieste un acto comunitario, los individuos tendrían que tener la capacidad de decidir si quieren o no pertenecer a ese gremio o grupo. El trabajo cultural y artístico de una comunidad es el resultado de lo que sus miembros viven, piensan, reflexionan o problematizan.

Tercera línea de reflexión: cada vez estoy más convencido de que el sistema de becas, al menos en México, es uno de los factores más importantes del atraso y empobrecimiento  de las prácticas artísticas. Lo digo con plena conciencia de quien ha recibido cuatro apoyos de este tipo. En la mayoría de los casos las becas y los estímulos estandarizan pensamientos y procesos de reflexión que nos vuelven seres disociados de realidades muy concretas.

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