Las obras del gobierno municipal de Jorge Zermeño en la emblemática calzada Colón, refleja, de cuerpo entero, que esta administración había logrado salvar las críticas porque tanto la ciudadanía como los medios estaban atentos al proceso electoral que ya ha terminado.
Lo primero que se preguntan dentro del medio de los constructores y de la sociedad en general es a quién se le ocurrió este proyecto o, más bien, dónde está el proyecto y con quién fue consultado.
En este caso de la avenida Colón las cosas parecen haberse salido de control, en lo que es un desorden que no pueden tapar con boletines la oficina de Comunicación Social ni los enojos del señor alcalde.
Dinero lo hay y lo hay en abundancia, si se parte de la recaudación que se ha tenido este año y de los recursos que se le entregan al municipio, pero todo indica que este desorden en el funcionamiento de la estructura del gobierno municipal ya está haciendo crisis.
Tomás Galván, maestro del cachondeo en las relaciones públicas, ha tratado de justificar lo evidente: no tiene el mando del área para la cual fue designado, inclusive ha tenido que maniobrar para tratar de tapar las anomalías que se están suscitando en otras áreas cercanas, ante el gremio de la construcciones que no sabe, bien a bien, quién manda y a quién hay que dirigirse para cobrar ciertas obras que les son contratadas.
Con la tecnología que existe hoy en el diseño arquitectónico, ya los interesados o por lo menos los medios de comunicación y el gremio de la construcción, deberían conocer un video animado de lo que se pretende hacer en la Colón, pero lo único que se ve son plantas secas, camellones sin terminar, escombros y a un pequeño grupo de trabajadores.
Esto lo pueden constatar quienes acuden cada domingo al Paseo Colón, de ahí la extrañeza de que una obra tan visible se esté manejando de esa manera.
Es difícil imaginar que estos mismos funcionarios eran los principales críticos de las obras del Paseo Morelos, cuando no pueden hacer como se debe esta obra menor.
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