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Mazatlán se volvió más caro 

Especiales / Slider / 3 septiembre, 2018

Por: Marcela Valles 

Este verano una queja común de quienes vacacionaron en Mazatlán es que el puerto se ha vuelto más caro como destino turístico, si se le compara a los precios de hoteles, restaurantes y servicios de hace, digamos, cinco años. 

La inauguración de la super-autopista se manejó siempre como una obra que cambiaría el flujo de turistas a este destino, lo que acarrearía muchos beneficios y un incremento de la actividad económica. 

Y efectivamente se dio un incremento de la actividad económica en Mazatlán, pero esto no se ha reflejado en mejores precios para el turista, sino todo lo contrario. 

La mayor demanda ha incrementado los precios, siguiendo un comportamiento tradicional de la economía, porque no se ha incrementado la competencia entre los hoteleros y los prestadores de servicios. 

Un hotel que cobraba en temporada alta un promedio de mil 800 pesos, se ha incrementado hasta 3 mil 500 pesos o aún más en las semanas más saturadas del verano y el fin de año. 

Por ejemplo, sólo por citar uno, el Hotel Pueblo Bonito Emerald Bay tiene un costo de 36 mil pesos la semana en una junior suite. Hay presupuestos más económicos en hoteles de igual o mejor nivel en Cancún, que es un destino mucho más turístico que Mazatlán. 

La comida también ha sufrido de precio, salvo en restaurantes tan acreditados como El Panamá, que es el establecimiento más solicitado del puerto, en lo que se supone debería ser la política de todos los prestadores de servicios. 

En general la infraestructura y los atractivos turísticos siguen siendo básicamente los mismos. 

El nuevo centro de convenciones es la única obra de infraestructura que puede considerarse que le ha agregado a Mazatlán, porque el resto de la inversión pública se ha destinado al rescate del llamado centro histórico, pero éste es un proyecto al mediano plazo que todavía hoy ofrece muy poco a los turistas. 

De manera innecesaria se han invertido importantes recursos en remodelar nuevamente el malecón, cuando hace poco había sido remodelado y cubría bien las necesidades, pero desde el año pasado comenzaron una remodelación sumamente costosa porque tuvieron que destruir 8 kilómetros de concreto, el cual había colocado ¡sin estructura de varilla! En una zona ciclónica, por lo que tuvieron que tirar y volver a construir, a un costo bárbaro. 

Todo ese gasto gubernamental debió destinarse a obras que le den algún plus al puerto, podrían haber invertido, por ejemplo, en un gran acuario de última generación o un parque de atracciones. 

Muchos de los hoteles de lo que se denomina como la “zona dorada”, son ya muy viejos y no han tenido remodelaciones a fondo, pero sí han incrementado sus precios. Cobran mucho más por lo mismo de siempre.  

 La nueva, defectuosa y cara autopista nos lleva más rápida y cómodamente a un Mazatlán que, a pesar de ahora ser el doble de caro, carece de mejoras sustanciales en su atractivo, salvo la renovación del Centro Histórico. ¿Realmente fue un buen cambio para el turismo?

La súper-autopista, que es indiscutiblemente una de las autopistas más hermosas del país, tiene una cuota de peaje muy cara, pero además, debido a la corrupción en la asignación de contratos a ciertas empresas, muchos tramos no están construidos con la calidad que deberían, por lo que hay constantes reparaciones, que implican cortes de circulación de uno o más carriles, inclusive el cierre de la vía y el retorno del tráfico a la vieja y peligrosa carretera, además de incrementar el tiempo del recorrido, agregando dos y hasta tres horas en el tramo de Durango a Mazatlán. 

Considerando las cuotas de peaje, la gasolina y algún refresco, para un vehículo el costo por de ir y venir de Torreón a Mazatlán es de un promedio de 5 mil pesos. Un costo muy alto si se toma en cuenta que los vuelos comerciales se han vuelto bastante competitivos y con tarifas más accesibles, con servicios a todos los destinos turísticos, incluidos varios de Estados Unidos. 

No hay tiendas importantes nuevas para el consumo de los turistas, ni un cambio en la oferta culinaria significativo. 

Otro aspecto a considerar es que desde hace aproximadamente cinco años la playa se dañó por algunos fenómenos naturales, como los efectos del huracán Norbert en el 2014, pues anteriormente se podía hacer el recorrido caminando de punta a punta de la “zona dorada” y hoy está muy accidentado en algunos puntos, además de que bajó la calidad de las playas. La que mejor se conserva es la del Hotel Pueblo Bonito viejo, que es excelente. 

Desde 1975 Mazatlán no recibe un ciclón de lleno, por lo que habría que verificar si las nuevas torres de departamentos que se ofrecen reúnen las especificaciones de seguridad, que son la única nueva oferta de hospedaje que se está ofreciendo de unos años a la fecha, pero los precios, tomando en cuenta lo que se ofrece y la plusvalía del destino, están altos, en la opinión de los especialistas en bienes y raíces. 

Habría que verificar, antes de comprar, si estas torres tienen la capacidad constructiva de recibir de lleno el embate de un ciclón, más con los cambios climáticos que se están presentando en los océanos y litorales. 

El ciclón de 1975, llamado Olivia, fue un desastre para el puerto que dejó al menos 10,000 personas sin casa, 30 muertos, por lo menos 500 heridos y una tremenda devastación. 

Quitando las obras del centro histórico, que es algo pequeño y limitado en atractivos, el nuevo malecón, que lo disfrutarán más los mazatlecos que los turistas, y el mencionado centro de convenciones, estamos ante el Mazatlán de siempre, que ciertamente, si no se tienen otras pretensiones sigue siendo un destino muy cómodo, si lo que se desea es el descanso, pero ahora hay que pagar el doble por el hospedaje y, en las llamadas temporadas altas, se puede complicar mucho encontrar un buen hotel si no se hace la reservación con mucho tiempo de anticipación. 

La nueva, defectuosa y cara autopista nos lleva más rápida y cómodamente a un Mazatlán sin mejoras sustanciales en su atractivo, pero doblemente caro. ¿Realmente fue un buen cambio para el turismo? 

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