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EL ARTE RELIGIOSO EN TORREÓN: A LA BUENA DE DIOS

Coahuila / 3 septiembre, 2018
Por: La redacción
Cuando Revista de Coahuila trató de recopilar información sobre el mural del Templo de la Encarnación, ubicado en la colonial El Campestre La Rosita, una de las colonias de clase alta más importantes de la ciudad y, en su momento, la más importante, se encontró con algunas situaciones desconcertantes.

El clérigo que estaba a cargo de La Encarnación ha sido recientemente removido y enviado a otro templo, ubicado también en una colonia de clase alta. Cuando se le preguntó sobre cómo es que se concretó esa obra de arte tan especial, que es única en Torreón, en La Laguna y en el estado, no sabía absolutamente nada, ni tan siquiera la fecha en que fue colocado, mucho menos el nombre de su autor.

Después de casi diez años de estar a cargo de una parroquia o templo, es elemental que el cura debe saber todo sobre la misma, pero no hay ningún interés por ello, lo que evidencia que tampoco hay ningún conocimiento sobre el mantenimiento que debe de recibir esa obra.

El mural se encuentra afortunadamente en buen estado, pero no el resto de las instalaciones de la iglesia de La Encarnación, donde el nuevo cura se queja de no tener tan siquiera un lugar digno dónde dormir, por lo que está durmiendo en un colchón de plástico que coloca sobre el piso, en tanto se hacen labores de limpieza y de adecuación.

Aunque los católicos, a diferencia de la mayoría de las iglesias cristianas que anteriormente se denominaban “protestantes”, no dan el diezmo, que significa el 10 por ciento de su salario o de sus ingresos, sí dan limosna, aunque esta limosna es cada vez más escasa, pero en este caso se trata de una colonia de gente de rica que, por poco que dé, ha de dar lo suficiente.

El mural, que fue colocado en 1989, debió implicar un gasto importante, aunque las referencias del autor, ya fallecido, Raúl Esparza, es que realmente cobró poco para la magnitud del trabajo que llevó a cabo, pues realmente el mural es muy grande.

Recientemente el nuevo obispo de Torreón, Luis Martín Barraza, primero pidió un porcentaje de las ganancias que arroja el nuevo teleférico, pero ahora ha rechazado esa participación, porque considera que el conjunto del Cristo de Las Noas debe conservar su condición espiritual y evangelizadora, más que turística.

Anteriormente había externado que los recursos provenientes del teleférico ayudarían al mantenimiento y mejoramiento del santuario; ahora la iglesia se hará cargo de estos gastos, pero el santuario requiere de importantes mejoras arquitectónicas.

Parece evidente que el nuevo obispo no conoce la verdadera historia de José Rodríguez Tenorio y, en consecuencia, no sabe que gran parte de la obra del santuario proviene del dinero del erario público, que obtenía el ya fallecido fundador gracias a sus relaciones con los políticos, pues era, para efectos prácticos, más político que cura, entre otras singularidades del personaje.

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